La muerte súbita en los bebés no presenta síntomas y sus causas son desconocidas, pero se pueden tomar algunas precauciones que han demostrado disminuir la incidencia de este síndrome.
Tiempo de lectura aproximado: 15 minutos.
El Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL), también conocido como Síndrome de Muerte Súbita del Bebé, es la muerte repentina y sin causa aparente de un bebé de menos de un año.
Se da este diagnóstico cuando resulta imposible conocer la razón del fallecimiento, incluso después de haber realizado al bebé y su entorno una investigación exhaustiva que incluye historia médica del niño, autopsia, hábitos potencialmente peligrosos de sus cuidadores, etcétera.
Los bebés de entre uno y cuatro meses son los que mayor riesgo tienen de sufrir este síndrome, así como los prematuros o los que han nacido con un peso bajo.
La mayor parte de los casos tienen lugar entre la medianoche y las nueve de la mañana aproximadamente, de ahí que se le denomine también “muerte en cuna” o “muerte blanca”.
En España fallece uno de cada mil bebés al año y, a pesar de los numerosos estudios que se han hecho para determinar los motivos de la muerte súbita en los bebés, a día de hoy no se tiene ninguna respuesta clara.
Diversos estudios han demostrado que existen numerosos factores de riesgo asociados al SMSL, si bien es casi imposible cuantificar su importancia en cada caso concreto. Los principales factores de riesgo son:
Ciertos trastornos metabólicos hereditarios se han relacionado con este síndrome. Uno de ellos es el conocido como deficiencia del acil-coenzima A deshidrogenasa de cadena media (MCAD), que impide que el bebé pueda procesar los ácidos grasos. La acumulación de estos ácidos puede provocar una interrupción rápida de la respiración y de la función cardiaca del bebé.
Es importante identificar si en la familia existen trastornos metabólicos de este tipo y, en caso afirmativo, habrá que hacer un estudio genético al bebé para conocer si es o no portador de este trastorno.
Es una patología en la que se producen pausas en la respiración, lo que puede contribuir al estrechamiento e inflamación de las vías respiratorias. Los bebés que padecen apnea del sueño no suelen correr peligro porque esta suele durar apenas unos segundos y pueden respirar bien.
Pero cuando el episodio de apnea es prolongado, la falta de oxígeno en el cerebro así como en el corazón puede provocar la muerte por causa de una arritmia cardiaca.
Cualquier inhibidor nervioso supone un riesgo, de manera que si la madre fuma o toma cualquier tipo de droga está poniendo en peligro al bebé. El estrés y la alimentación también tienen un papel importante.
En definitiva, durante la gestación la madre debe cuidar al máximo sus hábitos y procurar llevar una vida sana. Un seguimiento adecuado durante el embarazo es fundamental. Por supuesto, una vez nacido el bebé debe vivir en un entorno libre de humo.
Si bien el SMSL puede afectar a cualquier bebé, hay grupos que estadísticamente son más vulnerables. Lo bebés varones, prematuros o con bajo peso al nacer entran dentro de este grupo de riesgo.
De nuevo por cuestiones estadísticas, se sabe que el riesgo de muerte súbita aumenta con cada bebé que se tiene. Si el intervalo entre embarazos es corto, también aumentan las posibilidades.
Ser hermano gemelo de una víctima de muerte súbita quintuplica el riesgo de morir por esa misma razón.
Con los conocimientos actuales sobre este síndrome se pueden establecer una serie de recomendaciones y actividades preventivas:
Un artículo realizado por el pediatra Javier Sánchez Ruiz-Cabello y el Grupo PrevInfad / PAPPS, indica que la posición del lactante en la cuna es el principal factor de riesgo modificable. Por ello, recomienda evitar la posición en prono (boca abajo) durante el sueño en los lactantes hasta los 6 meses de edad.
Asimismo, indica que el decúbito supino (boca arriba) es la postura más segura y claramente preferible al decúbito lateral (de lado). Existen análisis que muestran que es peligroso que el lactante duerma de lado porque tiene tendencia a rodar y suele terminar boca abajo.
Según el estudio de este grupo de pediatras, sólo es recomendable poner al bebé en la cuna decúbito prono (aboca abajo) cuando exista indicación médica específica (reflujo gastroesofágico grave, prematuros con enfermedad respiratoria activa y ciertas malformaciones de las vías aéreas superiores).
Los bebés deberían dormir en esta postura (boca arriba) hasta los 6 meses por lo menos, sin almohada ni peluches o juguetes que puedan disparar el riesgo de muerte por asfixia mientras descansan.
En cuanto al síndrome de la cabeza plana o plagiocefalia, puedes prevenirlo asegurándote de que el bebé pasa tiempo durante el día boca abajo, por ejemplo jugando. No hay ningún problema en que el niño cambie de postura cuando está despierto. Incluso puedes alterar la posición de su cabecita al dormir para que no apoye siempre en el mismo lado.
Bajo ningún concepto utilices productos diseñados para que el bebé mantenga la postura. Los llamados “sleep positioners” han provocado accidentes graves y la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo en EE.UU., dio la voz de alarma en el año 2010.
El colchón debe ser firme para que se distribuya de manera uniforme el peso del bebé, pero debe resultar cómodo. Es importante que sea transpirable para favorecer la evacuación del calor y una baja acumulación de CO2, no superior al 5%.
Una firmeza adecuada ayudará a evitar la aparición de plagiocefalia, ya que se ejercerá una presión mínima en la cabeza del bebé.
Es muy importante que el colchón esté fabricado con materiales transpirables que permitan la correcta aireación del niño, así como con materiales antialérgicos. Es mejor que sea lavable porque podrás eliminar con frecuencia el polvo y otros agentes perjudiciales.
Busca un producto certificado por organismos de control que hayan hecho pruebas previas en laboratorios, como por ejemplo el Instituto Tecnológico Textil (AITEX).
La etiqueta OEKO-TEX® standard 100 Clase 1 (apto para bebés), es el sello de calidad mundial que asegura la ausencia de sustancias tóxicas en los materiales textiles para bebés. Confía sólo en productos etiquetados en los que puedas comprobar sus propiedades y, en caso de accidente, reclamar daños.
El bebé no necesita más ropa que nosotros ni que la calefacción esté más alta. Su sistema de termorregulación aún está madurando por lo que no le resulta fácil eliminar el exceso de temperatura. Ten cuidado con las fundas protectoras o colchones que transmiten algún grado de calor.
Si le sometemos a temperaturas demasiado altas tenderá a acelerar su respiración en un intento por bajar su temperatura corporal. La temperatura ideal en la habitación del bebé es de unos 20º C – 22º C.
Cuida también que no duerma cerca de la calefacción o de cualquier sistema de ventilación. Si el ambiente es muy seco puedas utilizar un humidificador.
A día de hoy existen pocas investigaciones sobre el colecho y su relación directa en el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL). Sin embargo, sí contamos con documentos de consenso sobre las prácticas que suponen un riesgo.
La Asociación Profesional de Matronas del Principado de Asturias (APROMAD), publica en su web una guía del sueño infantil, elaborada por profesionales de reconocida trayectoria y por diversas asociaciones de matronas de España.
En ella explican la importancia de reducir al máximo los factores que se sabe pueden provocar un accidente. Cuando el bebé duerme en la misma cama de los padres aumenta la concentración total de CO2, que no debe superar el 5% para garantizar un entorno seguro al pequeño.
Esta práctica también dispara el riesgo de acumulación de vapores tóxicos en el ambiente del bebé, que pueden provenir del colchón de sus progenitores y de los tejidos de pijamas o fundas de colchón, entre otros.
Al dormir en la misma cama de los padres se corre el riesgo de arropar al bebé demasiado y encapsular el aire que éste respira. El sistema de termorregulación del lactante no está maduro todavía y eso hace que no le resulte fácil eliminar el exceso de temperatura, por lo que podría acelerar su respiración en un intento reflejo para bajar su calor corporal. Es un riesgo que conviene no correr.
El artículo realizado por el pediatra Javier Sánchez Ruiz-Cabello y el Grupo PrevInfad / PAPPS, recomienda no dormir en la misma cama con los padres si alguno de ellos o los dos son fumadores, han consumido alcohol o medicamentos ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos y en situaciones de cansancio extremo.
También se debe evitar esta práctica en sofás, sillones o en cualquier otro sitio que no sea la cama.
Si es posible se debe dar el pecho al bebé ya que la leche materna refuerza su sistema inmunitario, protegiéndole de infecciones y otras enfermedades. Sin embargo, no hay ninguna evidencia científica que asegure que la lactancia protege frente al SMSL.
En cuanto al uso del chupete tampoco existen datos concluyentes que recomienden su uso. Pero estadísticamente se asocia ligeramente a un menor riesgo de muerte súbita.
Ante todo debes procurar no preocuparse en exceso con el tema de la muerte súbita en los bebés. Es muy poco habitual y siempre que sigas las recomendaciones de tu pediatra estarás haciendo todo lo que está en tu mano para evitarlo.
Recuerda que los bebés necesitan un entorno seguro para su desarrollo y eso incluye a unos padres responsables pero también serenos y positivos.
AVISO IMPORTANTE: La información contenida en este blog no sustituye en ningún caso a la dada por un profesional médico. La relación del niño con su pediatra debe marcar, en función de las circunstancias individuales de cada niño o adolescente, las recomendaciones más adecuadas en cada caso.