Desde hace tiempo los expertos señalan la siesta como una costumbre muy beneficiosa para nuestra salud.
Por supuesto, nos referimos a siestas que no duren más de 30 minutos. En otro caso, estarían interfiriendo con el sueño nocturno y serían perjudiciales.
Existen un buen número de estudios que la vinculan con una mayor salud cardiovascular.
Esto ocurre porque al dormirla nos relajamos y disminuye nuestro ritmo cardíaco y tensión sanguínea. Actúa como un protector frente a infartos, por ejemplo.
Nos hace más productivos. También se ha visto que tras una siesta corta, de unos 20 a 30 minutos, las personas rinden más y mejor en sus actividades cotidianas.
Es una costumbre muy saludable que ya comenzado a practicarse en algunas empresas. Incluso la NASA tiene un programa para que sus empleados paren y duerman unos minutos al día.
A nivel psicológico también es una gran ayuda, porque nos permite tomarnos un respiro de las tensiones diarias.