Nuestro rendimiento físico e intelectual está directamente relacionado con la cantidad y calidad de sueño que tenemos cada noche. Si queremos dar lo mejor de nosotros mismos en el día a día, dormir bien se convierte en una prioridad. Averigua por qué.
Dormir es una necesidad básica del ser humano para protegerse de la fatiga de su sistema nervioso. La fisiología del sueño es compleja en su regulación metabólica, neurológica, endocrina o cardiorrespiratoria.
De hecho, a día de hoy no hay consenso sobre cuál es la finalidad última que obliga a los animales a dormir para mantenerse con vida. Lo que es indiscutible es que la supresión del sueño acarrea serios problemas e incluso la muerte.
Diferentes estudios han demostrado que el sueño está relacionado con casi todos los aspectos de nuestra fisiología y psicología.
Por ello, dormir poco o insuficiente trae consigo problemas como la intolerancia a la glucosa y diabetes, así como un incremento de la actividad del sistema nervioso que produce hipertensión. También se ha observado que tiene relación con la reducción de la hormona leptina, que está involucrada en la regulación del peso corporal, generando obesidad.
Tendemos a pensar que necesitamos curar algo sólo cuando existe una lesión, un corte o una situación de enfermedad. Pero lo cierto es que las células de nuestro cuerpo están constantemente regenerándose y “curándose” del desgaste de la vida diaria.
Por ejemplo, el cerebro se limpia durante el sueño. Esta es la conclusión de un grupo de investigadores de la Universidad Rochester Medical Center (EE UU), que en 2012 descubrieron lo que se ha denominado como “sistema glinfático”. Su función es parecida a la del sistema linfático del cuerpo pero aplicada al cerebro.
Funciona como un pequeño sistema de tuberías en los vasos sanguíneos del cerebro, que drena las sustancias de deshecho al sistema circulatorio de manera que, acaban en el hígado dónde son eliminadas. Según los investigadores, el “sistema glinfático” es unas diez veces más activo durante el sueño.
Teniendo en cuenta que casi todas las patologías neurodegenerativas tienen relación con la acumulación de desechos celulares, este hallazgo es muy esperanzador para futuros avances en la investigación de enfermedades como el Alzheimer.
La falta de sueño está relacionada con la aparición de enfermedades cardiovasculares y con la pérdida de la capacidad cognitiva. De este modo, el grado de atención disminuye afectando a funciones como la memoria y también a ciertas funciones ejecutivas, como la capacidad para establecer prioridades en una secuencia para solucionar un problema, por ejemplo.
Esto es especialmente importante en los niños y adolescentes. Durante el sueño su cerebro perfecciona sus capacidades cognitivas, la memoria, el lenguaje y el aprendizaje complejo.
De un modo más evidente, tiene un impacto directo en nuestro rendimiento físico e intelectual diario. Cualquiera que haya pasado una noche sin dormir puede comprobar que le resultará difícil concentrarse y sentirá somnolencia.
En este sentido, se sabe que la somnolencia es uno de los factores más relevantes en el origen de los accidentes de tráfico. La Sociedad Europea del Sueño (ESRS), publicó en 2015 un estudio que relacionaba la somnolencia y la conducción de vehículos en 19 países de Europa.
Según los datos del informe, el 20 por ciento de los accidentes de tráfico que se producen en España, están relacionados de manera directa o indirecta con la somnolencia. Esta puede producirse por factores muy diversos pero, un mal descanso es el más habitual.
Una buena pista para saber si descansamos adecuadamente, según los expertos de la NSF, es hacernos estas preguntas:
Si la contestación a alguna de ellas es afirmativa, debemos plantearnos la cantidad y calidad de nuestro sueño y consultar con un especialista.
Todos tenemos un reloj interno que controla nuestro ritmo de vigilia y sueño, es el denominado ritmo circadiano. Es decir, seguimos un ciclo biológico que tiene una duración de aproximadamente 24 horas y regula nuestras funciones fisiológicas.
De este modo, nuestros días se estructuran en función de la interacción del ciclo circadiano con el ciclo solar, biológico y social. Esto hace que cada persona tenga su propio ciclo circadiano, si bien el más saludable es aquel que facilita una adaptación óptima entre nuestro reloj biológico y los requerimiento ambientales.
Dicho de otra forma, si nuestro ciclo de vigilia sueño sigue un patrón regular que respeta este ritmo de 24 horas y dormimos a diario entre 7 y 9 horas, nuestro sueño será de calidad y podremos enfrentar el día a día de manera óptima.
Por el contrario, si se produce un desajuste de horario en este patrón pueden aparecer numerosos síntomas como irritabilidad, dolor de cabeza, dificultad para concentrarnos e incluso, trastornos del sueño.
Para dormir bien y mantener un nivel de energía y rendimiento óptimos en el día a día, se deben tener en cuenta unos factores que están intrínsecamente relacionados y no pueden entenderse de manera aislada.
El concepto de higiene del sueño engloba una serie de componentes que, a menudo, no tenemos en cuenta. Cuando estos factores encuentran el equilibrio en cada individuo, podremos hablar propiamente de que hemos alcanzado un sueño saludable a través de una correcta higiene del mismo. Y por tanto, rendiremos más y mejor.
Estos componentes son:
Al vigilar y cuidar nuestra higiene en el sueño nos convertimos en nuestros propios entrenadores. Y nuestro objetivo es lograr una vida más productiva pero también mucho más sana y equilibrada.
El ritmo de vida que llevamos puede compararse al de los deportistas de élite. Intentamos dar lo mejor de nosotros mismos cada día en jornadas que nos exigen un gran esfuerzo a todos los niveles.
Podríamos decir que somos atletas sin método en la competición más exigente que existe. Y hemos perdido la conexión con los ritmos naturales de nuestro cuerpo, que son los más saludables.
Diferentes estudios de la Universidad de Stanford (EE.UU.), han mostrado que la calidad del sueño es el factor esencial para conseguir un rendimiento óptimo y tiene grandes repercusiones en nuestra calidad de vida.
Nick Littlehales es el reconocido especialista que se encarga de mejorar la calidad del sueño de estos deportistas de alto nivel. En su último libro, Sleep: Redefine Your Rest, for Success in Work, Sport and Life (octubre 2016), extrapola sus conocimientos en deporte a la vida cotidiana de cualquiera de nosotros. Y es que, no sólo los atletas necesitan un sueño de calidad.
Littlehales remarca la importancia del buen descanso para mantener un estado de salud óptimo, tanto físico como mental. Y muestra la relación existente entre el mal sueño y algunas enfermedades como la diabetes de tipo 2, la ansiedad o el estrés, entre otras muchas.
Si trasladamos la lógica de los deportistas de élite a nuestras vidas, tal y como Nick Littlehales recomienda, es más que probable que consigamos unos buenos hábitos de sueño que repercutan en nuestro rendimiento diario, mejorándolo notablemente.