La tecnología afecta al sueño de manera sorprendente

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24 abril, 2018 19:15

La tecnología afecta al sueño y a nuestra vida y rendimiento diario de formas que no conocíamos hasta ahora. La luz que emana de las pantallas de los dispositivos electrónicos produce en nosotros una estimulación biológica con amplios efectos sobre nuestra salud.

1. Entendiendo el ciclo del sueño

Para comprender la influencia de las tecnologías en nuestro descanso es necesario conocer cómo funciona el sueño.

Éste se organiza en ciclos de entre 90 y 120 minutos, en los que se dan de manera alterna el sueño no REM (NREM) y el sueño REM. El sueño NREM se divide a su vez en cuatro fases de relajación y descanso. El sueño REM (Rapid Eye Movements), es la fase onírica, es decir, el momento en el que soñamos.

El ciclo del sueño es el conjunto de las cuatro fases de sueño NREM y la fase REM. Este ciclo repite entre cuatro a seis veces durante la noche.

Durante las fases III y IV del sueño NREM comienza el sueño más profundo y tienen lugar funciones de conservación de la energía. El sistema circulatorio descansa, se recupera el sistema nervioso, la producción de la hormona del crecimiento alcanza su grado más alto y se lleva a cabo una regeneración tisular (de músculos, huesos y tejidos).

Durante el sueño profundo aumenta la síntesis de proteínas y se movilizan los ácidos grasos que suministran energía.

El sueño REM está implicado en los procesos de aprendizaje y memoria, así como en la regulación emocional.

La arquitectura del sueño es una creación perfecta orientada a restablecer nuestro organismo a todos los niveles cada noche. Así que, los estímulos externos imprevistos pueden alterar esta arquitectura con efectos nocivos para la salud.

2. El impacto de la luz artificial en el ritmo circadiano

La luz eléctrica está presente en nuestro día a día y no podríamos prescindir de ella porque está involucrada en cada paso que damos.

Desde que nos levantamos la utilizamos para casi todo. Preparamos el desayuno, nos afeitamos, maquillamos… nos comunicamos rodeados de pantallas.

Las mismas pantallas que nos brindan información sobre nuestras constantes vitales, están convirtiéndose en un peligro para la salud. Un exceso de exposición a la luz artificial puede modificar nuestro ritmo circadiano.

De hecho, un estudio de la Universidad de Connecticut demostró que la luz artificial provoca cambios en nuestro reloj biológico. Nuestro organismo tiene un ritmo fisiológico que se repite cada 24 horas y que coindice con la vigilia y el sueño.

La luz por la noche altera directamente a nuestro ritmo circadiano y el sueño se resiente.

Este ritmo regula todas nuestras funciones fisiológicas y necesita seguir el mismo patrón a diario. Sin embargo, un exceso de luz eléctrica hace que se altere porque el cerebro interpreta que es de día en momentos en los que obviamente no lo es.

La disrupción circadiana da como resultado alteraciones en el ciclo vigilia/sueño, en la temperatura corporal, en la regulación y liberación de hormonas, así como en la expresión génica en todo el cuerpo.

Lo interesante de este descubrimiento es que se sabe que hay una vinculación entre estas alteraciones y la aparición de algunas enfermedades como el cáncer de mama y próstata, la diabetes, la obesidad y la depresión.

Estas alteraciones incluyen la supresión de melatonina. Al estar muy expuestos a luz artificial durante la noche el cerebro se confunde y reduce la cantidad de melatonina que segrega.

3. La tecnología afecta al sueño. Nuestro cerebro deja de producir melatonina

Todos usamos en mayor o menor medida smartphones, tabletas y otros dispositivos. Los fabricantes de televisiones hacen modelos cada vez más sofisticados y que desprenden enormes cantidades de luz brillante.

Tanto la luz blanca como la luz azul tienen un efecto estimulante en nuestro cerebro y es el motivo de que muchas veces no podamos conciliar el sueño. Esto incluye a la luz LED blanca y a los fluorescentes.

Los expertos aconsejan que no tengamos televisión en la habitación donde dormimos. También insisten en que no usemos un e-reader o cualquier otro dispositivo que emita luz justo antes de dormir.

Los estudios realizados en el Instituto Politécncio Rensselaer de Nueva York, sugieren que deberíamos evitar cualquier exposición a este tipo de luz al menos dos hora antes de acostarnos. De otro modo, estaremos evitando la liberación de melatonina en un 22 por ciento.

La melatonina es una hormona que tiene un impacto directo en la calidad del sueño.

Y es que este tipo de pantallas emiten luz en intervalos cortos, lo que hace que los niveles de melatonina se ralenticen e incluso se supriman.

En consecuencia, el sueño se reduce y se interrumpe, robándonos horas de descanso y calidad en el mismo. Nuestro día a día se ve afectado con síntomas como la somnolencia, cambios en el estado de ánimo, dolores somáticos…

4. ¿Podemos hacer algo?

Existen unos softwares que permiten regular la luz de las pantallas de diferentes dispositivos.

Durante el día las pantallas no nos dañan demasiado si están bien calibradas. Sin embargo, cuando comienza a anochecer continúan emitiendo luz brillante como la del sol.

Para evitar los posible daños, algunos expertos recomiendan usar programas tanto durante el día como durante la noche.

Estos programas calibran y regulan la luz de las pantallas para mantener ojos protegidos y evitar la interrupción del ritmo circadiano.

Probablemente el más conocido sea f.lux pero hay muchos otros programas en el mercado. Está LightBulb, Iris Mini, Sunset Screen, Twilight… entre otras muchas.

Son opciones que ayudan pero o mejor que podemos hacer por nuestra salud es apartar las pantallas a una hora prudente.

5. Impacto de la tecnología en los niños

No sólo las pantallas pueden ser un problema por la luz que emiten, sino también por sus contenidos.

Vivimos en una sociedad digital y los niños están rodeados de estímulos desde edades muy tempranas. El cerebro humano continúa su desarrollo hasta los 20 años aproximadamente.

Sabemos que una de las últimas áreas en desarrollarse por completo es el lóbulo frontal, en el que hay circuitos muy importantes para que se desarrollen habilidades cognitivas fundamentales. Nos referimos a la comprensión abstracta, el juicio o la capacidad para regular emociones.

Durante la infancia y la adolescencia el cerebro es muy influenciable por los estímulos que recibe del exterior. Al estar conectados a dispositivos electrónicos durante periodos diarios largos, pueden aparecer problemas como déficit de atención o pérdida de memoria, entre otros.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre la adicción a las tecnologías. En la actualidad una de cada cuatro personas sufre algún tipo de trastorno de conducta relacionado con adicciones de este tipo.

Los niños y jóvenes son los más expuestos, tal y como demuestran numerosos estudios. La psicobióloga Milagros Gallo, coordinadora del grupo de investigación en Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada (UGR), ha explicado en numerosas ocasiones los riesgos de esta sobrestimulación.

Los científicos de la UGR han podido comprobar el uso de dispositivos electrónicos a edades tempranas puede producir deficiencias permanentes en la capacidad de aprendizaje a lo largo de la vida.

Y eso no es todo. También pueden aparecer problemas en el sistema nervioso, en la sociabilidad, déficit de atención o hiperactividad.

De nuevo, los especialistas recomiendan a los padres ejercer una tutela didáctica que ayude a los más jóvenes a desarrollarse sin poner en peligro su integridad emocional.