A pesar de que en la región del Cáucaso se consume kéfir desde hace siglos, en nuestro país hemos conocido sus propiedades hace relativamente poco tiempo.

Posee numerosas propiedades y beneficios para la salud y es apto para personas intolerantes a la lactosa. Entre sus muchas virtudes destaca la de mejorar el sueño.

No en vano su nombre proviene de la palabra turca “keyif”, que se traduce como “sentirse bien”. Si todavía no estás familiarizado con este hongo, el siguiente artículo te sorprenderá.

Tiempo de lectura aproximado: 8 minutos. 

  • El hongo más saludable
  • Duerme mejor y eleva tu estado de ánimo
  • La conexión del cerebro con las bacterias intestinales
  • Cómo hacer kéfir de leche
  • Elaboración del kéfir de agua
  • Kéfir de té o kombucha
  • Conservar kéfir

El hongo más saludable

Todos estamos acostumbrados a incluir en nuestra dieta alimentos fermentados como el queso o el yogur. Sus propiedades nutritivas son innumerables y proporcionan a enzimas y vitaminas que ayudan a asimilar mejor lo que comemos. El kéfir es uno de los alimentados fermentados más sanos y con mayor número de beneficios.

Originario de Bulgaria, este hongo cuyo aspecto recuerda al de la coliflor no es más que una combinación de bacterias probióticas y levadura.

El nódulo de kéfir puede fermentar en tres medios distintos, dando lugar al kéfir de leche, al kéfir de agua, o al kéfir de, también conocido como kombucha.

Es imprescindible saber que tanto el hongo como la fermentación que produce reciben el mismo nombre, kéfir. Sin embargo, sólo son aptos para su consumo los líquidos fermentados (el hongo en sí no es comestible).

Gracias a sus propiedades nutritivas y a su delicioso sabor, el kéfir puede tomarse como bebida o como yogur. También se usa como un ingrediente más en la elaboración de recetas.

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Duerme mejor y eleva tu estado de ánimo

El kéfir es conocido como un sedante natural, incluso algunos lo llaman el “Prozac natural”. El motivo es que tiene propiedades calmantes en personas que sufren de ansiedad o tienen un bajo estado de ánimo, así como en niños hiperactivos.

También se han comprobado sus efectos en algunos trastornos del sueño, como el insomnio derivado de cuadros de estrés o ansiedad.

El kéfir es muy rico en triptófano, un aminoácido esencial conocido por sus beneficios a la hora de dormir y descansar. En nuestro blog ya hemos hablado de él, te invitamos a usar el buscador para encontrar toda la información que hemos publicado.

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Nuestro organismo transforma el triptófano en serotonina, un importante neurotransmisor. Tener equilibrados los niveles de serotonina mejora el ánimo, induce el sueño y previene trastornos como el sonambulismo.

El triptófano se convierte en serotonina gracias a la vitamina B6, que también se encuentra en abundancia en el kéfir.

Otra de las preparaciones de éste hongo probiótico es la que se hace con agua de coco. Este tipo de kéfir contiene gran cantidad de vitaminas del grupo B y de minerales, sobre todo potasio, sodio, magnesio y calcio.

Un estudio de la revista Sleep vinculó los efectos del potasio y el calcio en el sueño de calidad. Además, el potasio trabaja de manera conjunta con el magnesio para mejorar el sueño, ya que previene los calambres musculares que a veces aparecen cuando dormimos.

El kéfir de té fortalece el sistema inmunitario y reestructura el equilibrio ácido-base del organismo.

Otras vitaminas y minerales que contiene en buenas cantidades son el fósforo, la vitamina B12K2, muy importantes para la salud ósea. Si se prepara con leche de cabra, también tiene vitamina D.

Se trata de un alimento de origen natural lleno de bondades para el organismo. Pero, conviene remarcar que no es un medicamento y sus efectos tienen lugar por acumulación, no de manera inmediata.

La conexión del cerebro con las bacterias intestinales

Los bulbos o nódulos que conforman el kéfir están compuestos por bacterias probióticas y levadura. Este conjunto de bacterias se aloja en el intestino y ayuda a mantener el equilibrio de nuestra flora intestinal.

Recientemente se ha demostrado la relación existente entre las bacterias de nuestro intestino con el cerebro y las respuestas emocionales.

El estudio ha sido llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Básicamente señala que la flora intestinal tiene un gran impacto en nuestra salud mental, ya que los probióticos pueden disminuir la ansiedad.

Los trastornos del estado de ánimo vienen a menudo acompañados de alteraciones del sueño.

Se trata de un estudio aislado y debe tomarse con cautela. Sin embargo, abre una interesante vía de investigación para llegar a conocer exactamente qué bacterias afectan a nuestro sistema nervioso y de qué modo lo hacen.

Cómo hacer kéfir de leche

Es necesario contar con un tarro de cristal con tapa de un litro, ¾ de litro de leche, dos cucharadas de nódulos de kéfir (hongo) y un tamiz o colador no metálico.

Cómo hacer kéfir de leche

Hay que evitar utensilios metálicos para elaborar el kéfir porque la acidez del hongo podría desprender partículas metálicas que se integrarían en la leche.

Para preparar la leche de kéfir hay que introducir el hongo con la leche en el tarro y dejarlo tapado a temperatura ambiente entre uno y tres días. Transcurrido ese tiempo, se cuela a través del tamiz y se guarda el hongo separado de la leche.

El líquido obtenido es una bebida alcohólica de baja graduación (menos del 1%), carbonatada y de consistencia similar al yogur.

Esta leche puede tomarse al natural, con azúcar o miel, o utilizarse como ingrediente para elaborar platos.

Se puede obtener tanta cantidad de leche de kéfir como se desee, pero siempre utilizando un tarro en el que quede 1/3 de aire, puesto que durante la fermentación se liberan ciertos gases.

Elaboración del kéfir de agua

El kéfir de agua es muy parecido al de la leche, con la única diferencia que, al no necesitar de la leche para fermentar, es apto para todas aquellas personas que tienen intolerancia a la lactosa.

Elaboración del kéfir de agua

Para prepararlo se necesita un tarro de cristal con tapa de un litro de capacidad, ¾ de litro de agua mineral, un par de cucharadas de nódulos de kéfir (hongo), tres cucharadas de azúcar moreno, un higo seco o un dátil fresco y ½ limón.

Hay que introducir todos los ingredientes en el tarro. Una vez cerrado, se deja macerar de uno a tres días a temperatura ambiente.

Transcurrido ese tiempo, colamos los ingredientes con un tamiz o colador no metálico, y ya podemos degustar el kéfir de agua como si fuera una bebida.

Si sustituimos el agua por agua de coco, tendremos kéfir de agua de coco.

Kéfir de té o kombucha

A diferencia de los kéfir anteriores, que utilizaban el mismo tipo de hongo, el kombucha se elabora con un kéfir cuya microflora es algo diferente, por lo que en el herbolario o tienda deberás pedir un hongo de kombucha.

Kéfir de té o kombucha

En una jarra de vidrio de 2 litros de capacidad prepara 1,5 litros de té negro, utilizando 4 ó 5 bolsitas de infusión.

Deja reposar unos 20 minutos y añade 140 gramos de azúcar blanco. Remueve hasta disolver.

Cuando el té esté frío, añade el hongo de kombucha junto con el líquido en el que fermenta. Tapa el frasco con un pañuelo o tela de algodón limpio y poroso. Sujétala con una goma elástica, para que no entre polvo y no se forme moho.

Guarda el frasco durante una semana o diez días en un lugar en el que no le de la luz. Pasado ese tiempo, saca el hongo con una cuchara de plástico y guárdalo en un recipiente.

Cuela el contenido guardándolo en otro recipiente de cristal con tapón. Deja reposar durante cinco días más en la nevera, y tras ese tiempo ya está listo tu kéfir de té o kombucha.

Conservar kéfir

Por su naturaleza fúngica, el kéfir crece rápidamente, por lo que es muy fácil que algún conocido te de un trozo.

Si no conoces a nadie que pueda regalarte un kéfir, puedes comprarlo en herbolarios e incluso a través de Internet, ya que cuando está seco puede enviarse por correo en un paquete sin miedo a que se estropee.

El hongo de kéfir siempre debe estar en un medio acuoso que le permita fermentar y sobrevivir, ya sea leche o agua, y hay que lavarlo con agua tibia una vez por semana.

Puedes conservarlo de tres maneras distintas:

  • En la nevera: Puedes meter el hongo en un tarro con agua sin cloro y con una cucharada de azúcar, guardarlo en la nevera hasta tres semanas.
  • Congelado: Limpia bien el hongo y, una vez escurrido, introdúcelo en una bolsa de plástico y congélalo. Para descongelarlo, sácalo del congelador y prepara una leche de kéfir. Deséchala y utilízalo de nuevo para tus preparaciones.
  • Deshidratado: Pon el hongo sobre un papel de cocina en un lugar aireado, y muévelo hasta que no esté pegajoso. Luego puedes guardarlo en un bote o caja en un lugar protegido del sol y del calor, pero sin humedad. Para hidratarlo de nuevo, introduce el kéfir en leche durante dos semanas, renovándola cada dos días. Una vez transcurrido ese tiempo el hongo ya está listo para ser utilizado.

 

AVISO IMPORTANTE: La información contenida en este blog no sustituye en ningún caso a la dada por un profesional médico. Ante cualquier duda, consulta con tu médico de cabecera o especialista.