Dormir la siesta para rendir más es una práctica habitual en el mundo del deporte profesional. Está demostrado que es una práctica sana que nos ayuda a aumentar nuestro rendimiento y a sentirnos mejor.

En el mundo del deporte profesional se es muy consciente de la importancia del sueño y su calidad. Desde hace tiempo, los entrenadores establecen rutinas de descanso obligatorias para mejorar el rendimiento de sus deportistas.

Diversas investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Stanford (EE.UU.), han demostrado que la calidad del sueño es un factor esencial para conseguir un rendimiento óptimo en el deporte.

Extrapolar estas prácticas profesionales a nuestra forma de dormir es una buena manera de sumar calidad a nuestro descanso. Básicamente porque todas ellas son patrones sanos que buscan el equilibrio perfecto entre mente y cuerpo.

En el caso del deporte el objetivo es rendir más en la competición. En nuestro caso el objetivo es rendir más en nuestro día a día, vivir mejor, ganar en calidad de vida.

Aprender a dormir tiene que ver con priorizar un descanso de calidad, que es aquel que tiene efectos beneficiosos sobre nuestro bienestar general. Pero también tiene que ver con introducir periodos para recuperarse durante el día.

El coaching del deporte Nick Littlehales, lo llama periodo de recuperación controlado (PRC). En realidad se trata de siestas planificadas para maximizar nuestro tiempo sin perder de vista los beneficios del sueño.

1. Cómo planificar tu siesta perfecta

Cada persona tiene un cronotipo diferente, es decir, funcionamos mejor por la mañana o por la tarde en función de nuestro ritmo biológico interno.

Ninguno de nosotros está alerta todo el día y hay momentos en los que nuestro reloj biológico nos indica que necesita parar. Esto suele ocurrir entre la una y las tres de la tarde o entre las cinco y las siete de la tarde, dependiendo precisamente de nuestro cronotipo.

Si entendemos el sueño como un proceso que forma parte de una periodo completo de 24 horas, tiene sentido que demos a nuestro cuerpo la oportunidad de recargarse dentro de ese periodo natural del día. Y cada uno debería poder hacerlo cuando lo necesita.

Es curioso saber que antes de la Revolución Industrial, el ser humano tenía un sueño polifásico que se vio modificado con la invención de la luz artificial. Por eso, la siesta es algo más que una costumbre y obedece a una necesidad fisiológica.

Para planificar tu siesta elige el periodo del día que más se adapte a tus necesidades biológicas y si no es posible por tus horarios, intenta adaptarte a otro para echar una cabezada. Por ejemplo, cuando llegues a casa del trabajo puedes aprovechar para relajarte unos 20 minutos. Tu organismo lo aprovechará igualmente y no interferirá con tu descanso nocturno.

Existe la idea de que una siesta implica tumbarse y dormir y no siempre tiene por qué ser así. Muchas veces basta con encontrar un lugar medianamente cómodo y retirado, para cerrar los ojos y relajarse.

Dormir es estupendo pero también lo es desconectar porque al hacerlo, nuestra mente y cuerpo se alivian de tensiones.

Aunque pienses que eso no es una siesta, los expertos aseguran que es una rutina con muchos beneficios psicológicos y que brinda energía al día a día.

Así que ya sabes, si puedes echarte una siesta y dormir entre 20 y 25 minutos será fantástico, pero también lo será que encuentres ese mismo tiempo para desconectar.

2. La siesta para rendir más y trabajar mejor

El fundador de la empresa de venta de software HubSpot, Brian Halligan, contó en una entrevista al New York Times que sus mejores ideas tienen lugar después de echarse una siesta. Por ese motivo, instaló en su empresa una sala de sueño.

No es el único empresario que se ha dado cuenta del papel del sueño para hacer crecer su negocio. Las oficinas de Uber en San Francisco tienen dos salas para que sus trabajadores se echen la siesta. Lo mismo ocurre con Google, PricewaterhouseCoopers o la sede en Nueva York del Huffington Post.

James Maas, profesor jubilado de psicología de la universidad de Cornell, EE UU, y autor de numerosos libros sobre el sueño y sus beneficios, ha mencionado en más de una ocasión que la siesta es un modo sencillo y sano de aumentar nuestra creatividad, concentración y productividad en el trabajo. Además, ayuda a reducir las situaciones de estrés.

Es famoso el estudio que llevó a cabo la NASA para determinar si las siestas eran o no efectivas. Puso a dormir a sus pilotos y el resultado fue que aumentaban su rendimiento y su nivel de alerta mucho. Y se atrevieron a dar una fórmula para la siesta perfecta: dormir 26 minutos.

3. Memoria, aprendizaje y sistema inmunológico

Para los niños es especialmente recomendable dormir la siesta ya que gastan mucha energía a lo largo del día y sobre todo, porque les ayuda a aprender y consolidar lo aprendido.

Las doctoras Rebecca Gómez y Jamie Edgin, del departamento de Psicología de la Universidad de Arizona, en EE.UU., llevaron a cabo un estudio que mostró que la siesta era una parte importante para el aprendizaje integral de los más pequeños. Además, les ayuda a mantener un patrón de descanso nocturno correcto.

Los mayores también nos beneficiamos en ese sentido, de manera que al dormir es posible que mejoremos nuestra memoria hasta en un veinte por ciento. Esto ocurre porque el cerebro utiliza ese momento para relacionar recuerdos y conocimientos que ya tenía previamente.

La Universidad de París Descartes-Sorbonne Paris Cité, publicó un estudio que sugiere que una siesta de unos 30 minutos puede revertir el impacto que una noche de mal sueño tiene a nivel hormonal y reforzar nuestro sistema inmunológico. se pueden restaurar con la siesta, si el día anterior no hemos dormido bien.

4. Mejora en la presión sanguínea y el estado de ánimo

Las bondades de la siesta parecen inagotables y también hay estudios que la vinculan con la salud cardiovascular. Un grupo de universitarios fue sometido a un experimento en el que se les invitaba a dormir una siesta después de hacer una tarea estresante.

La conclusión fue que el sueño disminuía la tensión sanguínea y el ritmo cardiaco, siendo una especie de seguro frente a los infartos.

Parece claro que dormir la siesta es un reseteo rápido parecido al que hace el ordenador cuando se apaga y se enciende.

A nivel psicológico sirve de pequeño escape para liberarnos de la tensión y el estrés diarios. El cansancio no sólo tiene un componente físico sino también mental, por eso desconectar aunque sólo sea unos minutos al día, nos ayuda a mejorar nuestro estado de ánimo.

Más que una tradición la siesta debería empezar a considerarse como una auténtica posibilidad de mejorar nuestro rendimiento y salud.